Actualmente, en teoría, hay suficientes alimentos en el planeta como para alimentar a unos 12 mil millones de personas. Sin embargo, la forma en que estos alimentos se distribuyen en el mundo es ineficiente e insostenible. Cuando los alimentos se transportan por todo el mundo, su vida de anaquel o frescura tienden a deteriorarse considerablemente. De este modo, a menudo se desperdicia mucha comida. El cultivo de interior constituye un paso hacia un nuevo ordenamiento: uno en el que es posible cultivar alimentos frescos producidos localmente durante todo el año, independientemente de las condiciones climáticas o externas. Y esto podría incluso permitirnos cambiar la realidad de la industria alimentaria.
Sin embargo, este tipo de agricultura requiere un abordaje distinto. De acuerdo con Fred Ruijgt (Desarrollo de Mercados de Cultivo de Interior): “El cultivo de interior se diferencia del cultivo en invernadero en varios sentidos. En un invernadero automatizado de vidrio es preciso hacer frente a las influencias externas, como el viento, la lluvia y el sol. Estas variables deben ser manejadas de la forma más efectiva posible, con o sin tecnología complementaria. El productor trabaja de forma constante para lograr un clima estable para el cultivo. Sin embargo, el cultivo de interior permite crear condiciones óptimas. De este modo, el productor determina las condiciones de cultivo que desea, desde el nivel de luz hasta la circulación de aire”.